Tú, oh Dios, eres mi rey;
Manda salvación a Jacob.
Por medio de ti sacudiremos a nuestros enemigos;
En tu nombre hollaremos a nuestros adversarios.
Porque no confiaré en mi arco,
Ni mi espada me salvará;
Pues tú nos has guardado de nuestros enemigos,
Y has avergonzado a los que nos aborrecían.
En Dios nos gloriaremos todo el tiempo,
Y para siempre alabaremos tu nombre. Selah
Pero nos has desechado, y nos has hecho avergonzar;
Y no sales con nuestros ejércitos.
Nos hiciste retroceder delante del enemigo,
Y nos saquean para sí los que nos aborrecen.
Nos entregas como ovejas al matadero,
Y nos has esparcido entre las naciones.
Has vendido a tu pueblo de balde;
No exigiste ningún precio.
Nos pones por afrenta de nuestros vecinos,
Por escarnio y por burla de los que nos rodean.
Nos pusiste por proverbio entre las naciones;
Todos al vernos menean la cabeza.
Cada día mi vergüenza está delante de mí,
Y la confusión de mi rostro me cubre,
Por la voz del que me vitupera y deshonra,
Por razón del enemigo y del vengativo.
Todo esto nos ha venido, y no nos hemos olvidado de ti,
Y no hemos faltado a tu pacto.
No se ha vuelto atrás nuestro corazón,
Ni se han apartado de tus caminos nuestros pasos,
Para que nos quebrantases en el lugar de chacales,
Y nos cubrieses con sombra de muerte.
Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios,
O alzado nuestras manos a dios ajeno,
¿No demandaría Dios esto?
Porque él conoce los secretos del corazón.
Pero por causa de ti nos matan cada día;
Somos contados como ovejas para el matadero.
Despierta; ¿por qué duermes, Señor?
Despierta, no te alejes para siempre.
¿Por qué escondes tu rostro,
Y te olvidas de nuestra aflicción, y de la opresión nuestra?
Porque nuestra alma está agobiada hasta el polvo,
Y nuestro cuerpo está postrado hasta la tierra.
Levántate para ayudarnos,
Y redímenos por causa de tu misericordia.