Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo:
¿Quién es ese que oscurece el consejo
Con palabras sin sabiduría?
Ahora ciñe como varón tus lomos;
Yo te preguntaré, y tú me contestarás.
¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
Házmelo saber, si tienes inteligencia.
¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes?
¿O quién extendió sobre ella cordel?
¿Sobre qué están fundadas sus bases?
¿O quién puso su piedra angular,
Cuando alababan todas las estrellas del alba,
Y se regocijaban todos los hijos de Dios?
¿Quién encerró con puertas el mar,
Cuando se derramaba saliéndose de su seno,
Cuando puse yo nubes por vestidura suya,
Y por su faja oscuridad,
Y establecí sobre él mi decreto,
Le puse puertas y cerrojo,
Y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante,
Y ahí parará el orgullo de tus olas?
¿Has mandado tú a la mañana en tus días?
¿Has mostrado al alba su lugar,
Para que ocupe los fines de la tierra,
Y para que sean sacudidos de ella los impíos?
Ella muda luego de aspecto como barro bajo el sello,
Y viene a estar como con vestidura;
Mas la luz de los impíos es quitada de ellos,
Y el brazo enaltecido es quebrantado.
¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar,
Y has andado escudriñando el abismo?
¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte,
Y has visto las puertas de la sombra de muerte?
¿Has considerado tú hasta las anchuras de la tierra?
Declara si sabes todo esto.
¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz,
Y dónde está el lugar de las tinieblas,
Para que las lleves a sus límites,
Y entiendas las sendas de su casa?
¡Tú lo sabes! Pues entonces ya habías nacido,
Y es grande el número de tus días.
¿Has entrado tú en los tesoros de la nieve,
O has visto los tesoros del granizo,
Que tengo reservados para el tiempo de angustia,
Para el día de la guerra y de la batalla?
¿Por qué camino se reparte la luz,
Y se esparce el viento solano sobre la tierra?
¿Quién repartió conducto al turbión,
Y camino a los relámpagos y truenos,
Haciendo llover sobre la tierra deshabitada,
Sobre el desierto, donde no hay hombre,
Para saciar la tierra desierta e inculta,
Y para hacer brotar la tierna hierba?
¿Tiene la lluvia padre?
¿O quién engendró las gotas del rocío?
¿De qué vientre salió el hielo?
Y la escarcha del cielo, ¿quién la engendró?
Las aguas se endurecen a manera de piedra,
Y se congela la faz del abismo.
¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades,
O desatarás las ligaduras de Orión?
¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos,
O guiarás a la Osa Mayor con sus hijos?
¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos?
¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra?
¿Alzarás tú a las nubes tu voz,
Para que te cubra muchedumbre de aguas?
¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan?
¿Y te dirán ellos: Henos aquí?
¿Quién puso la sabiduría en el corazón?
¿O quién dio al espíritu inteligencia?
¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría?
Y los odres de los cielos, ¿quién los hace inclinar,
Cuando el polvo se ha convertido en dureza,
Y los terrones se han pegado unos con otros?
¿Cazarás tú la presa para el león?
¿Saciarás el hambre de los leoncillos,
Cuando están echados en las cuevas,
O se están en sus guaridas para acechar?
¿Quién prepara al cuervo su alimento,
Cuando sus polluelos claman a Dios,
Y andan errantes por falta de comida?