Booz se dirigió a la entrada de la ciudad, y allí se sentó. En ese momento vio pasar al pariente del cual le había hablado a Rut, y le dijo: «Hermano, ven y siéntate aquí conmigo.» El pariente fue y se sentó. Entonces Booz llamó a diez de los ancianos de la ciudad, y les dijo: «Siéntense también con nosotros.» En cuanto ellos se sentaron, Booz le dijo a su pariente: «Noemí ha vuelto de Moab, y vende una parte de las tierras que fueron de nuestro pariente Elimelec. Creo conveniente que lo sepas, y te sugiero comprar sus tierras, teniendo como testigos a los aquí presentes, ancianos de mi pueblo. Si quieres comprar, compra; si no quieres comprar, dímelo, pues tengo que saberlo. Y es que nadie más puede comprar sino solo tú, y después de ti, yo.» Y el pariente respondió: «Está bien. Compro el terreno.» Entonces añadió Booz: «Al comprar las tierras de Noemí, debes también tomar por mujer a Rut, la moabita que fue mujer del difunto, para que la posesión siga a nombre de su esposo muerto.» Entonces el pariente respondió: «Si es así, no puedo comprar las tierras, porque no quiero poner en riesgo mi heredad. Compra tú. Te cedo mis derechos.»
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