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Apocalipsis 3:7-22

Apocalipsis 3:7-22 RVC

»Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia. Así dice el Santo y Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie puede cerrar, y cierra y nadie puede abrir: »“Yo sé todo lo que haces. Delante de ti he puesto una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar. Aunque son pocas tus fuerzas, has obedecido mi palabra y no has negado mi nombre. Yo haré que esos que en la sinagoga de Satanás dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten, vayan y se arrodillen ante ti, y reconozcan que yo te he amado. Por cuanto has obedecido mi mandamiento de ser perseverante, yo también te protegeré a la hora de la prueba, la cual vendrá sobre el mundo entero para poner a prueba a cuantos habitan en la tierra. Ya pronto vengo. Lo que tienes, no lo sueltes, y nadie te quitará tu corona. Al que salga vencedor lo convertiré en columna del templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí. Sobre él escribiré el nombre de mi Dios y el de su ciudad, es decir, de la nueva Jerusalén que desciende del cielo de mi Dios, y también mi nuevo nombre. El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” »Escribe al ángel de la iglesia en Laodicea. Así dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios: »“Yo sé todo lo que haces, y sé que no eres frío ni caliente. ¡Cómo quisiera que fueras frío o caliente! Pero como eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Tú dices: ‘Yo soy rico; he llegado a tener muchas riquezas. No carezco de nada.’ Pero no sabes que eres un desventurado, un miserable, y que estás pobre, ciego y desnudo. Para que seas realmente rico, yo te aconsejo que compres de mí oro refinado en el fuego, y vestiduras blancas, para que te vistas y no se descubra la vergüenza de tu desnudez. Unge tus ojos con colirio, y podrás ver. A todos los que amo, yo los reprendo y los castigo; así que muestra tu fervor y arrepiéntete. ¡Mira! Ya estoy a la puerta, y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, yo entraré en su casa, y cenaré con él, y él cenará conmigo. Al que salga vencedor, le concederé el derecho de sentarse a mi lado en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado al lado de mi Padre en su trono. El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”»

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