Tu trono se basa en la justicia y el derecho;
la misericordia y la verdad son tus heraldos.
¡Dichoso el pueblo que sabe aclamarte,
y que anda, Señor, a la luz de tu rostro!
En tu nombre se alegrará todo el día,
y en tu justicia será enaltecido.
Tú eres la gloria de nuestro poder;
por tu buena voluntad acrecientas nuestra fuerza.
Tú, Señor, eres nuestro escudo;
tú, Santo de Israel, eres nuestro rey.
En una visión dijiste a tus santos:
«He brindado mi apoyo a un guerrero;
he escogido a un joven de mi pueblo.
He encontrado a mi siervo David,
y lo he ungido con mi santa unción.
Mi mano estará siempre con él;
mi brazo siempre lo fortalecerá.
No lo sorprenderá el enemigo,
ni le hará daño ningún malvado;
más bien, él derrotará a sus enemigos
y herirá de muerte a los que lo aborrecen.
Mi verdad y misericordia estarán con él,
y su poder será exaltado en mi nombre.
Con su mano izquierda dominará sobre el mar,
y con su mano derecha dominará sobre los ríos.
Él me dirá: “Tú eres mi padre.
Eres mi Dios, la roca de mi salvación”,
y yo lo declararé mi primogénito,
¡el más excelso de los reyes de la tierra!
Siempre seré con él misericordioso,
y mi pacto con él se mantendrá firme.
Su descendencia permanecerá para siempre,
y su trono durará mientras el cielo exista.
»Pero si sus hijos se apartan de mi ley
y no andan conforme a mis decretos,
si transgreden mis estatutos
y no cumplen mis mandamientos,
yo los castigaré por su rebelión;
¡los azotaré por sus iniquidades!
»Pero no apartaré de David mi misericordia,
ni faltaré a mi verdad.
No me olvidaré de mi pacto,
ni me retractaré de lo que he prometido.
Una vez he jurado por mi santidad,
y no le mentiré a David.
Su descendencia permanecerá para siempre;
su trono estará ante mí, como el sol;
firme para siempre, como la luna;
¡como un testigo fiel en el cielo!»