Dios, en su santo templo, es padre de los huérfanos y defensor de las viudas. Dios les da un hogar a los desamparados, y rescata a los cautivos y les da prosperidad, pero a los rebeldes los hace habitar en el desierto. Dios nuestro, cuando saliste al frente de tu pueblo, cuando anduviste por el desierto, la tierra tembló. Al verte, Dios de Israel, los cielos derramaron su lluvia; ante tu presencia, el monte Sinaí se estremeció. Tú, Dios nuestro, derramaste abundante lluvia, y a tu exhausta tierra infundiste vida. En ella, oh Dios, habitan los que son tuyos; tú, por tu bondad, das al pobre lo que necesita. El Señor emitió su palabra, y muchas mensajeras dieron la noticia
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