Pero yo, cuando tengo miedo, confío en ti. Confío en ti, mi Dios, y alabo tu palabra; confío en ti, mi Dios, y no tengo miedo; ¿qué puede hacerme un simple mortal? Todo el tiempo, ellos tuercen mis palabras; solo piensan en perjudicarme. Se juntan para acecharme, y vigilan cada uno de mis pasos con la intención de quitarme la vida. ¡Dios mío, toma en cuenta su iniquidad y en tu furor humilla a esa gente! Tú llevas la cuenta de mis huidas; tú has puesto mis lágrimas en tu redoma; más bien, las has anotado en tu libro. El día que yo te pida ayuda mis enemigos serán puestos en fuga, pues yo sé que tú, mi Dios, estás de mi parte. Dios mío, en ti confío y alabo tu palabra; Señor, en ti confío y alabo tu palabra. Confío en ti, mi Dios, y no tengo miedo; ¿qué me puede hacer un simple mortal? Dios mío, yo tengo presentes mis votos, y habré de tributarte alabanzas, porque me libraste de la muerte y evitaste que mis pies tropezaran para que ante ti camine en la luz de la vida.
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