Como ciervo que brama por las corrientes de agua, así mi alma clama por ti, mi Dios. Mi alma tiene sed de ti, Dios de la vida; ¿cuándo vendré a presentarme ante ti, mi Dios? Mis lágrimas son mi pan, de día y de noche, pues a todas horas me preguntan: «¿Dónde está tu Dios?»
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