El rey no se salva por tener un gran ejército, ni se escapa el valiente por tener mucha fuerza. Ningún caballo es garantía de salvación; y aunque tiene mucha fuerza, no salva a nadie. El Señor mira atentamente a quienes le temen, a quienes confían en su misericordia, para librarlos de la muerte y darles vida en tiempos de escasez. Con el alma esperamos en el Señor, pues él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Por él se alegra nuestro corazón; confiamos en su santo nombre. Señor, sea tu misericordia sobre nosotros, tal y como lo esperamos de ti.
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