Te confesé mi pecado; no oculté mi maldad. Me dije: «Confesaré al Señor mi rebeldía», y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Por eso, todos tus fieles orarán a ti mientras puedas ser hallado. Aunque sufran una gran inundación, las aguas no los alcanzarán. ¡Tú eres mi refugio! ¡Tú me libras de la angustia! ¡Tú me rodeas con cánticos de libertad! «Yo te voy a hacer que entiendas. Voy a enseñarte el camino que debes seguir, y no voy a quitarte los ojos de encima.
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