Señor, yo confío en ti; no permitas nunca que sea yo avergonzado. ¡Ponme a salvo, pues tú eres justo! ¡Inclínate a escucharme! ¡Ven pronto en mi ayuda! ¡Sé tú mi roca fuerte, la fortaleza que me salve! Ciertamente, tú eres mi roca y mi castillo; guíame; encamíname por causa de tu nombre. Sácame de la red que me han tendido, pues tú eres mi refugio. En tus manos encomiendo mi espíritu; ¡ponme a salvo, Señor, Dios de la verdad!
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