son muchos los que me dicen que tú no vendrás en mi ayuda. Pero tú, Señor, me rodeas como un escudo; eres mi orgullo, el que sostiene mi vida. Con mi voz clamaré a ti, Señor, y tú me responderás desde tu lugar santo. Yo me acuesto, y duermo y despierto, porque tú, Señor, me sostienes.
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