Señor, siempre dirijo a ti la mirada porque tú me libras de caer en la trampa. Mírame, y ten compasión de mí, pues me encuentro solo y oprimido. Crece en mi corazón la angustia; ¡líbrame de esta congoja! ¡Mira cómo sufro y me esfuerzo! ¡Perdóname todos mis pecados! ¡Mira cómo aumentan mis adversarios, y cuán grande es su odio contra mí! ¡Sálvame! ¡Protégeme! ¡No me dejes quedar en vergüenza, pues en ti he puesto mi confianza! ¡Protege mi integridad y rectitud, pues en ti he puesto mi esperanza!
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