Me voy diluyendo, como el agua; tengo todos los huesos dislocados. El corazón, dentro del pecho, se me derrite como la cera. Tengo seca, muy seca, la garganta; la lengua se me pega al paladar; ¡me has lanzado al polvo de la muerte! Me ha cercado una banda de malvados; ¡me tienen rodeado, como perros! ¡Han taladrado mis manos y mis pies! Puedo contarme todos los huesos, mientras ellos se regodean al verme. Echan a la suerte mis vestidos y se los reparten por sorteo.
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