Que nuestros hijos, en su juventud, crezcan como plantas vigorosas. Que nuestras hijas sean hermosas como las columnas labradas de un palacio. Que nuestros graneros se llenen y rebosen con toda clase de grano. Que nuestros ganados en el campo se multipliquen por cientos y miles. Que nuestros bueyes resistan el trabajo. Que no nos tomen por asalto ni nos lleven cautivos, ni haya pánico en nuestras calles. ¡Dichoso el pueblo que tiene todo esto! ¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor!
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