¡Bendice, alma mía, al Señor! ¡Bendiga todo mi ser su santo nombre! ¡Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguna de sus bendiciones! El Señor perdona todas tus maldades, y sana todas tus dolencias. El Señor te rescata de la muerte, y te colma de favores y de su misericordia. El Señor te sacia con los mejores alimentos para que renueves tus fuerzas, como el águila. El Señor imparte justicia y defiende a todos los que sufren por la violencia. Dio a conocer sus caminos a Moisés; los hijos de Israel vieron sus obras. El Señor es misericordioso y clemente; es lento para la ira, y grande en misericordia. No nos reprende todo el tiempo, ni tampoco para siempre nos guarda rencor. No nos ha tratado como merece nuestra maldad, ni nos ha castigado como merecen nuestros pecados. Tan alta como los cielos sobre la tierra, es su misericordia con los que le honran. Tan lejos como está el oriente del occidente, alejó de nosotros nuestras rebeliones. El Señor se compadece de los que le honran con la misma compasión del padre por sus hijos
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