No te ufanes del día de mañana, porque nunca sabes lo que el mañana traerá. Es mejor que te alabe gente extraña, y no que te alabes tú mismo. Pesa la piedra, pesa la arena, pero pesa más la ira del necio. La ira es cruel, y el furor es impetuoso, pero ante la envidia, ¿quién puede sostenerse? Es mejor la reprensión franca que el amor disimulado. Son más confiables las heridas del que ama, que los falsos besos del que aborrece. Quien no tiene hambre, rechaza la miel; quien tiene hambre, halla dulce lo amargo. Ave que vuela lejos del nido: ¡eso es quien se va lejos de su hogar! El bálsamo y el perfume alegran el corazón; los consejos del amigo alegran el alma. No dejes a tu amigo, ni al amigo de tu padre, ni visites a tu hermano cuando estés afligido. Es mejor vecino cercano que hermano lejano. Hijo mío, sé sabio y alegra mi corazón; así podré responder al que me ofenda. El astuto ve el peligro y se pone a salvo, pero los ingenuos lo ven y no lo evitan. Al fiador de un extraño, quítale la ropa; al que dé a la mujer ajena, reténle prenda. Bendecir al amigo a gritos y de madrugada es lo mismo que lanzarle una maldición.
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