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Proverbios 23:26-35

Proverbios 23:26-35 RVC

Hijo mío, entrégame tu corazón, y no apartes la mirada de mis caminos. Porque la ramera es un abismo profundo; la mujer ajena es un pozo estrecho. Siempre está al acecho, como los ladrones, y hace que el pecado aumente entre los hombres. ¿Quién se queja? ¿Quién se duele? ¿Quién se ve envuelto en pleitos? ¿Quién sufre? ¿Quién es herido sin razón? ¿Quién anda con los ojos morados? ¡El que se pasa el tiempo tomando vino! ¡El que anda en busca de bebidas mezcladas! No dejes que te atraiga lo rojo del vino; ¡que no te deslumbre su brillo en la copa! Suavemente se desliza por la garganta, pero al final muerde como serpiente; ¡causa más dolor que una víbora! Hará que tus ojos vean cosas extrañas, y que tu corazón diga cosas perversas. Creerás estar dormido en medio del mar, o acostado en la punta del palo mayor, y dirás: «Estoy herido, pero no me duele; estoy molido, pero no lo siento. ¿Cuándo voy a despertar, para ir por más?»