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Proverbios 10:1-20

Proverbios 10:1-20 RVC

Los proverbios de Salomón. El hijo sabio alegra a su padre; el hijo necio entristece a su madre. Las riquezas malvadas no son de provecho, pero la justicia libra de la muerte. El Señor no deja que el justo pase hambre, pero rechaza la iniquidad de los impíos. Las manos negligentes llevan a la pobreza; las manos diligentes conducen a la riqueza. Cosechar en el verano es pensar con sensatez; dormirse en la cosecha es no tener vergüenza. La cabeza del justo se cubre de bendiciones; la boca de los impíos encubre violencia. Recordar a los justos es una bendición; nombrar a los impíos resulta repugnante. El sabio de corazón hace suyos los mandamientos; el necio de labios acabará por caer. El de vida íntegra vive confiado; el de conducta perversa será descubierto. El que guiña el ojo acarrea tristeza; el necio de labios será castigado. La boca del justo es un manantial de vida, pero la boca del impío disimula su violencia. El odio despierta rencillas; pero el amor cubre todas las faltas. La sabiduría se halla en labios del prudente; la vara es para las espaldas del falto de cordura. Los sabios atesoran el conocimiento; la boca del necio es calamidad cercana. El rico se atrinchera tras sus riquezas; el pobre se refugia en su pobreza. Con sus obras, el justo se gana la vida; con sus frutos, el impío se dedica a pecar. Acatar la corrección conduce a la vida; desechar la reprensión es perder el camino. Miente quien disimula su odio; es un necio quien propaga calumnias. En las muchas palabras no falta el pecado; el que es prudente refrena sus labios. La lengua del justo es plata escogida; la mente impía es lo mismo que nada.