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Números 11:21-35

Números 11:21-35 RVC

Pero Moisés dijo: «Este pueblo, en medio del cual estoy, llega a los seiscientos mil de a pie. ¿Y tú dices que les darás a comer carne todo un mes? ¿Acaso van a degollarse para ellos ovejas y bueyes suficientes? ¿O van a pescarse para ellos todos los peces del mar, para que les alcance?» Y el Señor le respondió a Moisés: «¿Acaso mi mano se ha acortado? ¡Ahora vas a ver si mi palabra se cumple, o no!» Moisés salió de allí y repitió ante el pueblo las palabras del Señor; luego reunió a los setenta ancianos del pueblo, y los hizo esperar alrededor del tabernáculo. Entonces el Señor descendió en la nube, y habló con él. Tomó del espíritu que estaba en él, y lo puso en los setenta ancianos; y cuando el espíritu se posó en ellos, comenzaron a profetizar, y no dejaban de hacerlo. En el campamento se habían quedado Eldad y Medad, dos varones sobre los cuales también se posó el espíritu. Aunque estaban entre los escogidos, no se habían presentado en el tabernáculo; sin embargo, comenzaron a profetizar en el campamento. Entonces un joven fue corriendo a decirle a Moisés: «¡Eldad y Medad están profetizando en el campamento!» Josué hijo de Nun, que era ayudante cercano de Moisés, le dijo: «Moisés, mi señor, ¡no se lo permitas!» Pero Moisés le respondió: «¿Acaso tienes celos por mí? ¡Cómo quisiera yo que todo el pueblo del Señor fuera profeta! ¡Cómo quisiera yo que el Señor pusiera su espíritu sobre ellos!» Y enseguida Moisés volvió al campamento, en compañía de los ancianos de Israel. Vino entonces del mar un viento de parte del Señor, que trajo codornices y las dejó caer sobre el campamento. Estas cubrían la superficie de la tierra hasta un día de camino, por un lado, y un día de camino por el otro, y se amontonaban a casi un metro de altura. El pueblo estuvo levantado todo ese día y toda esa noche, y todo el día siguiente, para recoger codornices. El que menos recogió, hizo diez montones, y tendieron las codornices alrededor del campamento. Pero todavía tenían la carne entre los dientes, todavía no la masticaban, cuando la ira del Señor se encendió entre el pueblo y los hirió con una plaga mortal. Por eso el nombre de aquel lugar se llamó Quibrot Hatavá, porque allí sepultaron al pueblo glotón. De Quibrot Hatavá, el pueblo se dirigió a Jaserot, y en Jaserot se quedó.

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