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Josué 10:7-14

Josué 10:7-14 RVC

Josué salió entonces de Gilgal con su ejército de guerreros y con sus hombres más aguerridos. Y el Señor le dijo a Josué: «No les tengas miedo, que yo te los he entregado. Ninguno de ellos podrá vencerte.» Josué avanzó toda esa noche desde Gilgal, y les cayó por sorpresa. Cuando los reyes vieron al pueblo de Israel, el Señor hizo que ellos se llenaran de gran aflicción, y así el Señor los hirió de muerte en Gabaón y los persiguió por el camino que lleva a Bet Jorón, y hasta Azeca y Maceda. Mientras estos reyes huían de los israelitas, el Señor hizo que en la bajada de Bet Jorón, y hasta Azeca, cayeran granizos tan grandes como piedras, y muchos murieron. Fueron más los que murieron por causa del granizo que los muertos a filo de espada por los hijos de Israel. El día en que los amorreos fueron vencidos, Josué le habló al Señor en presencia de los israelitas, y dijo: «Sol, deténte en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ayalón. Y el sol y la luna se detuvieron. Y el pueblo se vengó de sus enemigos.» ¿Acaso esto no está escrito en el libro de Jaser? El sol se detuvo en medio del cielo, y durante casi un día entero no se apresuró a ocultarse. Nunca antes hubo un día como ese, ni lo habrá después, en que el Señor atendió a la voz de un hombre y peleó a favor de Israel, su pueblo.

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