Después Jesús lo encontró en el templo, y le dijo: «Como puedes ver, has sido sanado; así que no peques más, para que no te sobrevenga algo peor.»
Aquel hombre se fue, y les hizo saber a los judíos que el que lo había sanado era Jesús,
y por eso los judíos lo perseguían y procuraban matarlo, porque hacía esto en el día de reposo.
Pero Jesús les respondió: «Hasta ahora mi Padre trabaja, y yo también trabajo.»
Por esto los judíos con más ganas procuraban matarlo, porque no solo quebrantaba el día de reposo sino que, además, decía que Dios mismo era su Padre, con lo cual se hacía igual a Dios.
Entonces Jesús les dijo: «De cierto, de cierto les digo: El Hijo no puede hacer nada por sí mismo, sino lo que ve que el Padre hace; porque todo lo que el Padre hace, eso mismo lo hace el Hijo.
Y es que el Padre ama al Hijo, y le muestra todo lo que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, para el asombro de ustedes.
Porque así como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo da vida a los que él quiere.
Pues el Padre no juzga a nadie, sino que todo el juicio se lo ha dado al Hijo,
para que todos honren al Hijo tal y como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
»De cierto, de cierto les digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no será condenado, sino que ha pasado de muerte a vida.
De cierto, de cierto les digo: La hora viene, y ya llegó, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan vivirán.
Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo;
y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.
No se asombren de esto: Vendrá el tiempo cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz;
y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; pero los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.
»Yo no puedo hacer nada por mí mismo. Yo juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco hacer mi voluntad, sino hacer la voluntad del que me envió.