Yo fui quien te tomó de los confines de la tierra; yo te llamé de tierras lejanas. Yo te escogí, y no te rechacé; yo te dije: «Tú eres mi siervo».
No tengas miedo, que yo estoy contigo; no te desanimes, que yo soy tu Dios. Yo soy quien te da fuerzas, y siempre te ayudaré; siempre te sostendré con mi justiciera mano derecha.
Todos los que se enojan contra ti quedarán avergonzados y confundidos; los que contienden contigo perecerán, y serán como nada.
Cuando busques a los que contienden contigo, no los hallarás; los que te hacen la guerra serán como nada, ¡inexistentes!
Yo soy el Señor, tu Dios, que te sostiene por la mano derecha y te dice: «No tengas miedo, que yo te ayudo.
Y tú, Jacob, eres como un gusano. Pero no tengas miedo. Ustedes los israelitas, son muy pocos; pero yo soy su socorro.»
—Palabra del Señor, el Santo de Israel, tu Redentor.
Yo te he puesto como un trillo, un trillo nuevo lleno de dientes; y trillarás montes y colinas, y los molerás hasta reducirlos a tamo.
Los lanzarás al viento, y el viento se los llevará; los esparcirá el torbellino, pero tú te alegrarás en el Señor, y tu orgullo será el Santo de Israel.
Los afligidos y menesterosos buscan agua, y no la encuentran; la sed les seca la lengua. Pero yo, el Señor, los he escuchado; yo, el Dios de Israel, no voy a desampararlos.
Abriré ríos en los montes, y manantiales en medio de los valles; en el desierto abriré estanques de agua, y manantiales en la tierra seca.
En el desierto haré crecer cedros, acacias, arrayanes y olivos; en el yermo pondré juntos cipreses, pinos y bojes;
y esto, para que todos vean y sepan, y se den cuenta y entiendan, que esto lo ha hecho la mano del Señor; que el Santo de Israel lo ha creado.