Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe, y que sabe recompensar a quienes lo buscan.
Por la fe, con mucho temor Noé construyó el arca para salvar a su familia, cuando Dios le advirtió acerca de cosas que aún no se veían. Fue su fe la que condenó al mundo, y por ella fue hecho heredero de la justicia que viene por medio de la fe.
Por la fe, Abrahán obedeció cuando fue llamado, y salió sin saber a dónde iba, y se dirigió al lugar que iba a recibir como herencia.
Por la fe, habitó en la tierra prometida como un extraño en tierra extraña, y vivió en tiendas con Isaac y Jacob, quienes eran coherederos de la misma promesa;
porque esperaba llegar a la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Por la fe, Sara misma recibió fuerzas para concebir, aunque era estéril, y dio a luz, aun cuando por su edad se le había pasado el tiempo, porque creyó que era fiel quien le había hecho la promesa.
Por eso también, de un solo hombre, que ya estaba casi muerto, llegó a tener una multitud de descendientes, tan numerosos como las estrellas del cielo y tan incontables como la arena que está a la orilla del mar.
Por la fe, todos ellos murieron sin haber recibido lo que se les había prometido, y solo llegaron a ver esto a lo lejos; pero lo creyeron y lo saludaron, pues reconocieron que eran extranjeros y peregrinos en esta tierra.
Porque los que dicen esto, claramente dan a entender que buscan una patria;
pues si hubieran estado pensando en la patria de donde salieron, tiempo tenían para volver.
Pero ellos anhelaban una patria mejor, es decir, la patria celestial. Por eso Dios no se avergüenza de llamarse su Dios; al contrario, les ha preparado una ciudad.
Por la fe, cuando Abrahán fue puesto a prueba, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía a su único hijo,
a pesar de que Dios le había dicho: «Por medio de Isaac te vendrá descendencia».
Y es que Abrahán sabía que Dios tiene poder incluso para levantar a los muertos; y en sentido figurado, de entre los muertos lo volvió a recibir.
Por la fe, Isaac bendijo a Jacob y a Esaú acerca de las cosas venideras.
Por la fe, cuando Jacob murió, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado en la punta de su bastón.
Por la fe, cuando José murió, anunció la salida de los hijos de Israel y dio instrucciones en cuanto a qué hacer con sus restos mortales.
Por la fe, cuando Moisés nació, sus padres lo escondieron durante tres meses, pues al ver que era un niño muy hermoso no tuvieron miedo del decreto del rey.
Por la fe, cuando Moisés ya era adulto, rehusó llamarse hijo de la hija del faraón,
y prefirió ser maltratado junto con el pueblo de Dios, antes que gozar de los deleites temporales del pecado,
pues consideró que sufrir el oprobio de Cristo era una riqueza mayor que los tesoros de los egipcios. Y es que su mirada estaba fija en la recompensa.
Por la fe salió de Egipto, sin temor a la ira del rey, y se mantuvo firme, como si estuviera viendo al Invisible.
Por la fe, celebró la pascua y el rociamiento de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no llegara a tocarlos.
Por la fe, pasaron por el Mar Rojo como si pisaran tierra seca; y cuando los egipcios intentaron hacer lo mismo, murieron ahogados.