Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta, ustedes, que son espirituales, restáurenlo con espíritu de mansedumbre. Piensa en ti mismo, no sea que también tú seas tentado.
Sobrelleven los unos las cargas de los otros, y cumplan así la ley de Cristo.
Porque el que se cree ser algo, y no es nada, a sí mismo se engaña.
Así que, cada uno ponga a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de jactarse, pero solo respecto de sí mismo y no por otro;
porque cada uno llevará su propia carga.
El que recibe enseñanza en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que le enseña.
No se engañen. Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso también cosechará.
El que siembra para sí mismo, de sí mismo cosechará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna.
No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no nos desanimamos.
Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.
Miren con cuán grandes letras les escribo de mi propia mano.
Todos los que quieren agradar a los demás los obligan a que se circunciden, solamente para no ser perseguidos por causa de la cruz de Cristo.
Porque ni siquiera los mismos que se circuncidan cumplen la ley, aunque quieren que ustedes se circunciden para tener de qué jactarse.
Pero lejos esté de mí el jactarme, a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.
Porque en Cristo Jesús nada valen la circuncisión ni la incircuncisión, sino una nueva creación.
Y a todos los que anden conforme a esta regla, que la paz y la misericordia sean con ellos, y con el Israel de Dios.
De aquí en adelante nadie me cause molestias, que yo llevo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús.
Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con su espíritu. Amén.