»Tú, hijo de hombre, toma un cuchillo afilado o una navaja de barbero, y aféitate la cabeza y la barba; toma luego una balanza, y divide y pesa los cabellos.
Cuando el sitio de la ciudad llegue a su fin echarás al fuego una tercera parte de ellos, a la vista de todos; otra tercera parte la desmenuzarás con espada por toda la ciudad; y la tercera parte restante la arrojarás al viento. Yo voy a perseguirlos espada en mano.
Toma también unos pocos de tus cabellos, y sujétalos en el borde de tu manto,
otros pocos de ellos los echarás al fuego, para que se quemen, y de allí el fuego se propagará por todo el pueblo de Israel.»
Así ha dicho Dios el Señor:
«¡Aquí tienen a Jerusalén! La establecí en medio de las naciones y de los países a su alrededor.
Pero ella cambió mis decretos y mis ordenanzas. Su maldad fue mayor que la de las naciones y países a su alrededor, pues no obedeció mis decretos y mis mandamientos, sino que los desechó.»
Por lo tanto, así ha dicho el Señor:
«Ustedes se han portado peor que las naciones a su alrededor. No han seguido mis mandamientos, ni han obedecido mis leyes. ¡Ni siquiera se han sujetado a las leyes de las naciones a su alrededor!»
Por lo tanto, así ha dicho Dios el Señor:
«Jerusalén, yo estoy contra ti, y voy a dictar sentencia contra ti a la vista de las naciones.
Por tus acciones tan repugnantes, voy a hacer contigo lo que nunca antes hice, ni volveré a hacer.
En tus calles, los padres se comerán a sus hijos, y los hijos se comerán a sus padres. Voy a dictar sentencia contra ti, y lanzaré a los cuatro vientos todo lo que de ti quede.
Por haber profanado mi santuario con todas tus abominaciones, yo, el Señor, juro que voy a destruirte por completo y sin misericordia. ¡No te voy a perdonar!
—Palabra del Señor.
»Una tercera parte de tus habitantes morirá en tus calles por causa de la peste y el hambre; una tercera parte de ellos morirá por la espada en tus alrededores, y la tercera parte restante la esparciré por los cuatro vientos. ¡Voy a perseguirlos espada en mano!
Así se calmará mi furor y se saciará mi enojo. Así quedaré satisfecho. Y una vez que se haya calmado mi enojo, ustedes sabrán que yo, el Señor, he hablado.
»Voy a dejarte en ruinas. Serás la burla de las naciones que te rodean, y de todos los que pasen a tu lado.
Cuando en mi furor e indignación te reprenda y dicte yo sentencia contra ti, serás motivo de burla y oprobio entre las naciones que te rodean. ¡Les servirás de escarmiento y de motivo de espanto! Yo, el Señor, lo he dicho.
»Cuando yo lance contra ustedes las mortales saetas del hambre, para destruirlos, haré también que aumente el hambre entre ustedes, pues les quitaré el abasto de pan.
Voy a lanzar contra ustedes hambre, peste y muerte, y bestias feroces que los devoren y espadas que les quiten la vida. Yo, el Señor, lo he dicho.»