El que cava un hoyo, en él se cae; al que resquebraja un muro, lo muerde una serpiente. El que pica piedras, se hiere con ellas; el que parte leña, corre peligro de cortarse. Si el filo del hacha se mella, y no se afila, hay que golpear con más fuerza. La sabiduría es provechosa, si se sabe dirigir. Si la serpiente muerde antes de ser encantada, de nada sirve el encantador. Las palabras del sabio son agradables; los labios del necio causan su propia ruina. El necio empieza por decir necedades, y acaba por decir graves tonterías. El necio habla y habla, aunque nadie sabe lo que va a suceder, ni nadie le hará saber lo que sucederá después. Tanto se afana el necio que no sabe cómo ir a la ciudad.
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