»Estos son los mandamientos, estatutos y decretos que el Señor su Dios me ordenó que les enseñara, para que los pongan por obra en la tierra de la cual van a tomar posesión.
Para que todos los días de tu vida, tú, Israel, y tus hijos, y los hijos de tus hijos, teman al Señor su Dios y cumplan todos los estatutos y mandamientos que yo les mando cumplir, para que sus días sean prolongados.
Oye, Israel, y asegúrate de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y te multipliques, tal y como el Señor y Dios de tus padres te lo ha prometido.
»Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor es uno.
Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas.
Estas palabras que hoy te mando cumplir estarán en tu corazón,
y se las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando estés en tu casa, y cuando vayas por el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes.
Las atarás en tu mano como una señal, y las pondrás entre tus ojos como frontales,
y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.
»Cuando el Señor tu Dios te haya introducido en la tierra que juró dar a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob, y te dé ciudades grandes y buenas que tú no edificaste,
y casas llenas de todo bien que tú no llenaste, y cisternas que tú no cavaste, y viñas y olivares que tú no plantaste, una vez que hayas comido y quedes satisfecho
ten cuidado de no olvidarte del Señor, que te sacó de Egipto, donde eras esclavo.
Al Señor tu Dios temerás, y solo a él servirás, y por su nombre jurarás.
No se irán ustedes tras dioses ajenos, tras los dioses de los pueblos que están en sus contornos,
porque el Señor tu Dios está en medio de ti, y es un Dios celoso. No sea que el furor del Señor tu Dios se encienda contra ti, y te borre de esta tierra.