Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia.
Sean mutuamente tolerantes. Si alguno tiene una queja contra otro, perdónense de la misma manera que Cristo los perdonó.
Y sobre todo, revístanse de amor, que es el vínculo perfecto.
Que en el corazón de ustedes gobierne la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos.
La palabra de Cristo habite ricamente en ustedes. Instrúyanse y exhórtense unos a otros con toda sabiduría; canten al Señor salmos, himnos y cánticos espirituales, con gratitud de corazón.
Y todo lo que hagan, ya sea de palabra o de hecho, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.
Ustedes las esposas, respeten a sus esposos, como conviene en el Señor.
Ustedes los esposos, amen a sus esposas, y no las traten con dureza.
Ustedes los hijos, obedezcan a sus padres en todo, porque esto agrada al Señor.
Ustedes los padres, no exasperen a sus hijos, para que no se desalienten.
Ustedes los siervos, obedezcan en todo a sus amos terrenales, no solo cuando los ven, como si quisieran agradar a sus semejantes, sino con sinceridad de corazón, por temor a Dios.