y después de comer recobró las fuerzas y durante algunos días se quedó con los discípulos que estaban en Damasco. Enseguida Pablo comenzó a predicar en las sinagogas, donde afirmaba que Jesús era el Hijo de Dios. Todos los que lo oían predicar se quedaban atónitos, y decían: «¿Acaso no es este el que exterminaba en Jerusalén a los que invocaban el nombre de Jesús? ¿No es verdad que vino acá para aprehenderlos y llevarlos ante los principales sacerdotes?» Pero Saulo iba cobrando más fuerza, y confundía a los judíos que vivían en Damasco al demostrarles que Jesús era el Cristo. Después de algún tiempo los judíos se reunieron en consejo y resolvieron matarlo, así que día y noche hacían guardia a la entrada de la ciudad para matarlo. Pero Pablo se enteró de sus planes, y una noche los discípulos lo pusieron dentro de una canasta y lo bajaron por la muralla de la ciudad. Cuando Saulo llegó a Jerusalén, tuvo la intención de reunirse con los discípulos; pero todos le tenían miedo porque no creían que fuera uno de ellos. Entonces Bernabé se encargó de llevar a Saulo ante los apóstoles, y allí les contó cómo Saulo había visto al Señor en el camino, cómo había hablado con él, y con qué valor había predicado en Damasco en el nombre de Jesús. Desde entonces Pablo pudo quedarse en Jerusalén con los apóstoles, y entraba y salía de la ciudad, y hablaba con los griegos y debatía con ellos, pero estos trataban de matarlo. Cuando los hermanos supieron esto, lo llevaron hasta Cesarea y lo enviaron a Tarso. Mientras tanto, las iglesias en toda Judea, Galilea y Samaria vivían en paz y eran edificadas en el temor del Señor, y su número iba en aumento por la fuerza del Espíritu Santo.
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