y cuando terminaron de hablar, Jacobo respondió y dijo: «Hermanos, escúchenme.
Simón nos ha contado cómo Dios visitó a los no judíos por primera vez, para añadirlos al pueblo que cree en su nombre.
Las palabras de los profetas concuerdan en esto, pues está escrito:
»“Después de esto volveré,
y reedificaré el caído tabernáculo de David;
repararé sus ruinas
y lo volveré a levantar,
para que el resto de la humanidad busque al Señor,
y también todas las naciones que invocan mi nombre.”
»Esto lo dice el Señor. Lo ha dado a conocer desde los tiempos antiguos.
»Mi consejo es que no inquieten a los no judíos que se convierten a Dios,
sino que los instruyan para que se aparten de la idolatría, del libertinaje sexual, del comer carne de animales ahogados, y de comer sangre.
A Moisés no le falta quien lo predique en las sinagogas, cada día de reposo, en cada ciudad y desde los tiempos antiguos.»
A los apóstoles, a los ancianos y a toda la iglesia, les pareció buena idea elegir de entre ellos a algunos hermanos, y eligieron a Judas, también conocido como Barsabás, y a Silas, pues sobresalían entre los demás hermanos, y los enviaron a Antioquía con Pablo y Bernabé.
Por conducto de ellos enviaron un escrito: «Los apóstoles y los ancianos, a nuestros hermanos no judíos en Antioquía, Siria y Cilicia. Reciban nuestros saludos.
Hemos sabido que algunos hermanos que estaban con nosotros, a quienes no les dimos ninguna orden, los han perturbado e inquietado a ustedes con sus enseñanzas.
Hemos llegado al acuerdo, que nos parece bien, de elegir a algunos hermanos y enviarlos a ustedes con nuestros amados hermanos Bernabé y Pablo.
Ellos han expuesto su vida por causa del nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Así que con ellos van Judas y Silas, quienes en sus propias palabras les dirán esto mismo.
Al Espíritu Santo y a nosotros nos ha parecido bien no imponerles ninguna otra carga, sino solo esto que necesitan saber:
que deben abstenerse de comer lo que se ha sacrificado a los ídolos, de comer sangre o la carne de animales ahogados, y del libertinaje sexual. Harán bien en evitar estas cosas. Que estén muy bien.»
Cuando los hermanos que fueron enviados llegaron a Antioquía, reunieron a la congregación y entregaron la carta.
Cuando los hermanos terminaron de leerla, se alegraron por el consuelo recibido.
Como Judas y Silas también eran profetas, con mucho afecto fraternal consolaron y confirmaron en la fe a los hermanos,
y después de haber pasado un tiempo con ellos, los hermanos los despidieron en paz, para que regresaran con quienes los habían enviado.
Silas prefirió quedarse allí,
así que Pablo y Bernabé continuaron enseñando la palabra del Señor en Antioquía, y anunciando el evangelio a muchos más.