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Hechos 15:13-35

Hechos 15:13-35 RVC

y cuando terminaron de hablar, Jacobo respondió y dijo: «Hermanos, escúchenme. Simón nos ha contado cómo Dios visitó a los no judíos por primera vez, para añadirlos al pueblo que cree en su nombre. Las palabras de los profetas concuerdan en esto, pues está escrito: »“Después de esto volveré, y reedificaré el caído tabernáculo de David; repararé sus ruinas y lo volveré a levantar, para que el resto de la humanidad busque al Señor, y también todas las naciones que invocan mi nombre.” »Esto lo dice el Señor. Lo ha dado a conocer desde los tiempos antiguos. »Mi consejo es que no inquieten a los no judíos que se convierten a Dios, sino que los instruyan para que se aparten de la idolatría, del libertinaje sexual, del comer carne de animales ahogados, y de comer sangre. A Moisés no le falta quien lo predique en las sinagogas, cada día de reposo, en cada ciudad y desde los tiempos antiguos.» A los apóstoles, a los ancianos y a toda la iglesia, les pareció buena idea elegir de entre ellos a algunos hermanos, y eligieron a Judas, también conocido como Barsabás, y a Silas, pues sobresalían entre los demás hermanos, y los enviaron a Antioquía con Pablo y Bernabé. Por conducto de ellos enviaron un escrito: «Los apóstoles y los ancianos, a nuestros hermanos no judíos en Antioquía, Siria y Cilicia. Reciban nuestros saludos. Hemos sabido que algunos hermanos que estaban con nosotros, a quienes no les dimos ninguna orden, los han perturbado e inquietado a ustedes con sus enseñanzas. Hemos llegado al acuerdo, que nos parece bien, de elegir a algunos hermanos y enviarlos a ustedes con nuestros amados hermanos Bernabé y Pablo. Ellos han expuesto su vida por causa del nombre de nuestro Señor Jesucristo. Así que con ellos van Judas y Silas, quienes en sus propias palabras les dirán esto mismo. Al Espíritu Santo y a nosotros nos ha parecido bien no imponerles ninguna otra carga, sino solo esto que necesitan saber: que deben abstenerse de comer lo que se ha sacrificado a los ídolos, de comer sangre o la carne de animales ahogados, y del libertinaje sexual. Harán bien en evitar estas cosas. Que estén muy bien.» Cuando los hermanos que fueron enviados llegaron a Antioquía, reunieron a la congregación y entregaron la carta. Cuando los hermanos terminaron de leerla, se alegraron por el consuelo recibido. Como Judas y Silas también eran profetas, con mucho afecto fraternal consolaron y confirmaron en la fe a los hermanos, y después de haber pasado un tiempo con ellos, los hermanos los despidieron en paz, para que regresaran con quienes los habían enviado. Silas prefirió quedarse allí, así que Pablo y Bernabé continuaron enseñando la palabra del Señor en Antioquía, y anunciando el evangelio a muchos más.