Ante todo, exhorto a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres;
por los reyes y por todos los que ocupan altos puestos, para que vivamos con tranquilidad y reposo, y en toda piedad y honestidad.
Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador,
el cual quiere que todos los hombres sean salvos y lleguen a conocer la verdad.
Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, que es Jesucristo hombre,
el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.
Para esto fui constituido predicador y apóstol (digo la verdad en Cristo, no miento), y maestro de los no judíos en la fe y la verdad.
Por tanto, quiero que los hombres oren en todas partes, y levanten manos santas, sin ira ni contienda.
Quiero también que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con pudor y modestia, y no con peinados ostentosos, ni con oro, ni perlas, ni vestidos costosos,
sino con buenas obras, como corresponde a las mujeres que profesan la piedad.
Que la mujer aprenda en silencio y con toda sujeción,
pues no permito que la mujer enseñe ni ejerza dominio sobre el hombre, sino que guarde silencio.
Porque primero fue formado Adán, y después Eva;
y el engañado no fue Adán, sino que la mujer, al ser engañada, incurrió en transgresión.