Todo me está permitido, pero no todo es provechoso; todo me está permitido, pero no todo edifica. Ninguno debe buscar su propio bien, sino el bien del otro. Ustedes coman de todo lo que se vende en la carnicería, y no pregunten nada por motivos de conciencia, porque del Señor es la tierra y su plenitud. Si algún incrédulo los invita, y ustedes aceptan la invitación, vayan y coman de todo lo que se les ofrezca, y no pregunten nada por motivos de conciencia. Pero si alguien les dice: «Esto fue sacrificado a los ídolos», no lo coman, por causa de aquel que lo dijo y por motivos de conciencia. Claro que me refiero a la conciencia del otro, no a la tuya. Pues ¿por qué se habría de juzgar mi libertad por la conciencia de otro? Y si yo participo de la comida y doy gracias a Dios, ¿por qué he de ser censurado por aquello por lo cual doy gracias? Así que, si ustedes comen o beben, o hacen alguna otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios. No sean motivo de tropiezo para los judíos ni para los no judíos, ni para la iglesia de Dios. Hagan lo que yo, que procuro agradar a todos en todo, y no busco mi propio beneficio sino el de muchos, para que sean salvos.
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