“Pero ahora he decidido hacerles bien a Jerusalén y a Judá. ¡Así que no tengan miedo! Lo que ustedes deben hacer es hablar cada uno a su prójimo con la verdad y juzgar con integridad en sus tribunales. ¡Eso trae la paz! No maquinen el mal contra su prójimo ni sean dados a jurar en falso, porque yo aborrezco todo eso”», afirma el SEÑOR. Vino a mí la palabra del SEÑOR de los Ejércitos y me declaró: «Así dice el SEÑOR de los Ejércitos: “Para el pueblo de Judá, los ayunos de los meses cuarto, quinto, séptimo y décimo serán motivo de gozo y de alegría, y de animadas festividades. Amen, pues, la verdad y la paz”. »Así dice el SEÑOR de los Ejércitos: “Todavía vendrán pueblos y habitantes de muchas ciudades que irán de una ciudad a otra diciendo a los que allí vivan: ‘¡Vayamos al SEÑOR para buscar su bendición! ¡Busquemos al SEÑOR de los Ejércitos! ¡Yo también voy a buscarlo!’. Y muchos pueblos y naciones poderosas vendrán a Jerusalén en busca del SEÑOR de los Ejércitos y de su bendición”. »Así dice el SEÑOR de los Ejércitos: “En aquellos días diez hombres de diferentes lenguas y naciones tomarán a un judío por el borde de su capa y le dirán: ¡Déjanos acompañarte! ¡Hemos sabido que Dios está con ustedes!”».
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