Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, llamado para que, mediante la fe, los elegidos de Dios lleguen a conocer la verdad que conduce a la devoción. Nuestra esperanza es la vida eterna, la cual Dios, que no miente, ya había prometido antes del comienzo del tiempo. Ahora, a su debido tiempo, él ha cumplido esta promesa mediante la predicación que se me ha confiado por orden de Dios nuestro Salvador.
A Tito, mi verdadero hijo en esta fe que compartimos:
Que Dios el Padre y Cristo Jesús nuestro Salvador te concedan gracia y paz.
Te dejé en Creta para que pusieras en orden lo que quedaba por hacer y en cada pueblo nombraras líderes de la iglesia, de acuerdo con las instrucciones que te di. El líder debe ser irreprensible, esposo de una sola mujer; sus hijos deben ser creyentes, libres de sospecha de libertinaje o de desobediencia. El obispo tiene a su cargo la obra de Dios y por lo tanto, debe ser irreprensible: no arrogante, ni iracundo, ni borracho, ni violento, ni codicioso de ganancias mal habidas. Al contrario, debe ser hospitalario, amigo del bien, sensato, justo, santo y disciplinado. Debe apegarse a la palabra fiel, según la enseñanza que recibió, de modo que también pueda exhortar a otros con la sana doctrina y refutar a los que se opongan.
Y es que hay muchos rebeldes, charlatanes y engañadores, especialmente los partidarios de la circuncisión. A esos hay que taparles la boca, ya que están arruinando familias enteras al enseñar lo que no se debe y lo hacen para obtener ganancias mal habidas. Fue precisamente uno de sus propios profetas el que dijo: «Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, glotones perezosos». Y es la verdad. Por eso, repréndelos con severidad a fin de que sean sanos en la fe y no hagan caso de mitos judíos ni de lo que exigen esos que rechazan la verdad. Para los puros todo es puro, pero para los corruptos e incrédulos no hay nada puro. Al contrario, tienen corrompidas la mente y la conciencia. Profesan conocer a Dios, pero con sus acciones lo niegan; son abominables, desobedientes e incapaces de hacer algo bueno.