Dichoso el que tiene en ti su fortaleza, que de corazón camina por tus sendas. Cuando pasa por el valle de las Lágrimas lo convierte en región de manantiales; también las lluvias tempranas cubren de bendiciones el valle. Según avanzan los peregrinos, cobran más fuerzas, hasta que contemplan a Dios en Sión. Oye mi oración, SEÑOR Dios de los Ejércitos; escúchame, Dios de Jacob. Selah Oh Dios, escudo nuestro, pon sobre tu ungido tus ojos bondadosos. Vale más pasar un día en tus atrios que mil fuera de ellos; prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios que habitar entre los malvados. El SEÑOR es sol y escudo; Dios nos concede honor y gloria. El SEÑOR no niega sus bondades a los que se conducen con integridad. SEÑOR de los Ejércitos, ¡dichosos los que en ti confían!
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