¡Cuán hermosas son tus moradas, SEÑOR de los Ejércitos! Anhelo con el alma los atrios del SEÑOR; casi agonizo por estar en ellos. Con el corazón, con todo el cuerpo, canto alegre al Dios vivo. SEÑOR de los Ejércitos, Rey mío y Dios mío, aun el gorrión halla casa cerca de tus altares; también la golondrina hace allí su nido, para poner sus polluelos. Dichosos los que habitan en tu Templo y sin cesar te alaban. Selah
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