Tú, oh Dios, nos has puesto a prueba; nos has purificado como a la plata. Nos has hecho caer en una trampa; has echado sobre nuestra espalda una pesada carga. Dejaste que cabalgaran sobre nuestra cabeza; hemos pasado por el fuego y por el agua, pero al fin nos has llevado a un lugar de abundancia. Me presentaré en tu Templo con holocaustos y cumpliré las promesas que te hice, las promesas de mis labios y mi boca que pronuncié en medio de mi angustia. Te ofreceré holocaustos de animales engordados, junto con el humo de ofrendas de carneros; te ofreceré toros y machos cabríos. Selah Vengan ustedes, temerosos de Dios, escuchen, que voy a contarles todo lo que él ha hecho por mí. Clamé a él con mi boca; lo alabé con mi lengua. Si en mi corazón hubiera yo abrigado maldad, el Señor no me habría escuchado; pero Dios sí me ha escuchado, ha atendido a la voz de mi oración. ¡Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración ni me negó su gran amor!
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