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Salmo 35:1-16

Salmo 35:1-16 NVI

Ataca, SEÑOR, a los que me atacan; combate a los que me combaten. Toma tu adarga, tu escudo, y acude en mi ayuda. Empuña la lanza y el hacha, y haz frente a los que me persiguen. Quiero oírte decir: «Yo soy tu salvación». Queden confundidos y avergonzados los que procuran matarme; retrocedan humillados los que traman mi ruina. Sean como la paja que se lleva el viento, acosados por el ángel del SEÑOR; sea su senda oscura y resbalosa, perseguidos por el ángel del SEÑOR. Ya que sin motivo me tendieron una trampa y sin motivo cavaron una fosa para mí, que la ruina los tome por sorpresa; que caigan en su propia trampa, en la fosa que ellos mismos cavaron. Así mi alma se alegrará en el SEÑOR y se deleitará en su salvación. Así todo mi ser exclamará: «¿Quién como tú, SEÑOR? Tú libras de los poderosos a los pobres; a los pobres y necesitados libras de aquellos que los explotan». Se presentan testigos despiadados y me preguntan cosas que yo ignoro. Me devuelven mal por bien y eso me duele en el alma; pues cuando ellos enfermaban yo me vestía de luto, me afligía y ayunaba. ¡Ay, si pudiera retractarme de mis oraciones! Me vestía yo de luto, como por un amigo o un hermano. Afligido, inclinaba la cabeza, como si llorara por mi madre. Pero yo tropecé y ellos se alegraron y a una se juntaron contra mí. Asaltantes que yo no conocía; me calumniaban sin cesar. Me atormentaban, se burlaban de mí y contra mí rechinaban los dientes.