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Salmo 119:33-64

Salmo 119:33-64 NVI

Enséñame, SEÑOR, el camino de tus estatutos y lo seguiré hasta el fin. Dame entendimiento para seguir tu Ley y la cumpliré de todo corazón. Dirígeme por la senda de tus mandamientos, porque en ella encuentro mi solaz. Inclina mi corazón hacia tus mandatos y no hacia las ganancias deshonestas. Aparta mi vista de cosas vanas, preserva mi vida en tu camino. Confirma tu promesa a este siervo, para que seas temido. Líbrame de la afrenta que me aterra, porque tus leyes son buenas. ¡Cómo anhelo tus preceptos! ¡Dame vida conforme a tu justicia! Envíame, SEÑOR, tu gran amor y tu salvación, conforme a tu promesa. Así podré responder al que me desprecie, porque yo confío en tu palabra. No me quites de la boca la palabra de verdad, pues en tus leyes he puesto mi esperanza. Por toda la eternidad obedeceré fielmente tu Ley. Viviré con toda libertad, porque he buscado tus preceptos. Hablaré de tus mandatos delante de los reyes y no seré avergonzado. Me deleito en tus mandamientos, porque los amo. Levanto mis manos hacia tus mandamientos, que yo amo, y medito en tus estatutos. Acuérdate de la palabra que diste a este siervo tuyo, palabra con la que me infundiste esperanza. Este es mi consuelo en medio del dolor: que tu promesa me da vida. Los insolentes me ofenden hasta el colmo, pero yo no me aparto de tu Ley. Me acuerdo, SEÑOR, de tus leyes de antaño y encuentro consuelo en ellas. Me llenan de indignación los malvados, los que abandonan tu Ley. Tus estatutos han sido mis cánticos donde vivo como extranjero. SEÑOR, por la noche recuerdo tu nombre, para cumplir tu Ley. Lo que a mí me corresponde es obedecer tus preceptos. ¡Mi herencia eres tú, SEÑOR! Prometo obedecer tus palabras. Busco tu rostro de todo corazón; ten piedad de mí conforme a tu promesa. Me he puesto a pensar en mis caminos, y he vuelto mis pasos hacia tus mandatos. Me doy prisa, no tardo nada para cumplir tus mandamientos. Aunque los lazos de los malvados me aprisionen, yo no me olvido de tu Ley. A medianoche me levanto a darte gracias por tus justas leyes. Soy amigo de todos los que te honran, de todos los que observan tus preceptos. De tu gran amor, SEÑOR, está llena la tierra: enséñame tus estatutos.

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