Tus mandatos son maravillosos; por eso los obedezco. La exposición de tus palabras nos da luz y da entendimiento al sencillo. Jadeante abro la boca porque ansío tus mandamientos. Vuélvete a mí y ten piedad de mí, como haces siempre con los que aman tu nombre. Guía mis pasos conforme a tu promesa; no permitas que ninguna iniquidad me domine. Líbrame de la opresión humana, y obedeceré tus preceptos. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo; enséñame tus estatutos. Ríos de lágrimas brotan de mis ojos, porque tu Ley no se obedece.
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