¡Den gracias al SEÑOR porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre! Que lo digan los redimidos del SEÑOR, a quienes redimió del poder del adversario, a quienes reunió de todos los países, de oriente y de occidente, del norte y del sur. Vagaban perdidos por parajes desiertos, sin dar con el camino a una ciudad habitable. Hambrientos y sedientos, la vida se les iba consumiendo. En su angustia clamaron al SEÑOR y él los libró de sus aflicciones. Los llevó por el camino recto hasta llegar a una ciudad habitable. ¡Que den gracias al SEÑOR por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! Él apaga la sed del sediento y sacia con lo mejor al hambriento. Afligidos y encadenados, habitaban en las más densas tinieblas, por haberse rebelado contra las palabras de Dios, por menospreciar los designios del Altísimo. Los sometió a trabajos forzados; tropezaban y no había quien los ayudara. En su angustia clamaron al SEÑOR y él los salvó de sus aflicciones. Los sacó de las más densas tinieblas y rompió en pedazos sus cadenas.
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