El ser humano hace planes, pero la palabra final la tiene el SEÑOR. Todos los caminos del ser humano son limpios a sus ojos, pero las intenciones las juzga el SEÑOR. Pon en manos del SEÑOR todas tus obras y tus proyectos se cumplirán. Toda obra del SEÑOR tiene un propósito; ¡hasta el malvado fue hecho para el día del desastre! El SEÑOR aborrece a los arrogantes. Una cosa es segura: no quedarán impunes. Con amor y verdad se perdona el pecado y con respeto al SEÑOR se evita el mal. Cuando el SEÑOR aprueba la conducta de un hombre, hasta con sus enemigos lo reconcilia. Más vale tener poco con justicia que ganar mucho con injusticia. El corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el SEÑOR. La sentencia está en labios del rey; el veredicto que emite no traiciona la justicia. Las pesas y las balanzas justas son del SEÑOR; todas las medidas son hechura suya. El rey detesta las malas acciones, porque el trono se afirma en la justicia. El rey se complace en los labios honestos; aprecia a quien habla con la verdad. La ira del rey es presagio de muerte, pero el sabio sabe apaciguarla. El rostro radiante del rey es signo de vida; su favor es como nubes llenas de lluvia en primavera. Más vale adquirir sabiduría que oro; más vale adquirir inteligencia que plata. El camino del hombre recto evita el mal; el que quiere salvar su vida se fija por donde va. Tras el orgullo viene la destrucción; tras la altanería, el fracaso. Vale más tener un espíritu humilde con los oprimidos que compartir el botín con los orgullosos. El que atiende a la palabra prospera. ¡Dichoso el que confía en el SEÑOR! Al sabio de corazón se le llama inteligente; las palabras gratas promueven el saber. Fuente de vida es la prudencia para quien la posee; el castigo de los necios es su propia necedad. El de corazón sabio controla su boca; con sus labios promueve el saber. Panal de miel son las palabras amables: endulzan la vida y dan salud al cuerpo. Hay un camino que al hombre le parece recto, pero acaba por ser camino de muerte. Al que trabaja, el hambre lo obliga a trabajar, pues su propio apetito lo estimula. El perverso hace planes malvados; en sus labios hay un fuego devorador. El perverso provoca contiendas y el chismoso divide a los buenos amigos. El violento engaña a su prójimo y lo lleva por mal camino. El que guiña el ojo trama algo perverso; el que aprieta los labios ya lo ha cometido. Las canas son una honrosa corona que se obtiene en el camino de la justicia. Más vale ser paciente que valiente; más vale el dominio propio que conquistar ciudades. Las suertes se echan en el regazo, pero el veredicto proviene del SEÑOR.
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