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Números 5:5-31

Números 5:5-31 NVI

El SEÑOR ordenó a Moisés que dijera a los israelitas: «El hombre o la mujer que peque contra su prójimo traiciona al SEÑOR y tendrá que responder por ello. Deberá confesar su pecado y pagarle a la persona perjudicada una compensación por el daño causado, con un recargo del veinte por ciento. Pero si la persona perjudicada no tiene ningún pariente, la compensación será para el SEÑOR y se la entregará al sacerdote junto con el carnero, para que este pida perdón por el pecado del culpable. Toda contribución que los israelitas consagren para dársela al sacerdote será del sacerdote. Lo que cada uno consagra es suyo, pero lo que se da al sacerdote es del sacerdote». El SEÑOR ordenó a Moisés que dijera a los israelitas: «Supongamos que una mujer se desvía y es infiel a su esposo acostándose con otro; supongamos también que el asunto se mantiene oculto, ya que ella pecó en secreto y no hubo testigos ni fue sorprendida en el acto. Si al esposo le da un ataque de celos y sospecha que ella ha cometido pecado o le da un ataque de celos y sospecha de ella, aunque no haya pecado, entonces la llevará ante el sacerdote y ofrecerá por ella la décima parte de un efa de harina de cebada. No derramará aceite sobre la ofrenda ni le pondrá incienso, puesto que se trata de una ofrenda por causa de celos, una ofrenda memorial de cereal para señalar un pecado. »El sacerdote llevará a la mujer ante el SEÑOR, pondrá agua sagrada en un recipiente de barro y le echará un poco de polvo del suelo del santuario. Luego llevará a la mujer ante el SEÑOR, le soltará el cabello y pondrá en sus manos la ofrenda memorial por los celos, mientras él sostiene la vasija con las aguas amargas de la maldición. Entonces el sacerdote pondrá a la mujer bajo juramento y le dirá: “Si estando bajo la potestad de tu esposo no te has acostado con otro hombre ni te has desviado hacia la impureza, estas aguas amargas de la maldición no te dañarán. Pero si estando bajo la potestad de tu esposo te has desviado y te has vuelto impura al tener relaciones sexuales con otro hombre —aquí el sacerdote pondrá a la mujer bajo esta maldición—, que el SEÑOR te haga objeto de maldición en medio de tu pueblo, que te haga estéril y que el vientre se te hinche. Cuando estas aguas de la maldición entren en tu cuerpo, que te hinchen el vientre y te hagan estéril”. »Y la mujer responderá: “¡Amén! ¡Que así sea!”. »El sacerdote escribirá estas maldiciones en un documento, que lavará con las aguas amargas. Después hará que la mujer se beba las aguas amargas de la maldición, que entrarán en ella para causarle amargura. El sacerdote recibirá de ella la ofrenda por los celos. Procederá a mecer ante el SEÑOR la ofrenda de cereal, la cual presentará sobre el altar; tomará de la ofrenda un puñado de cereal como memorial y lo quemará en el altar. Después hará que la mujer se beba las aguas. Cuando ella se haya bebido las aguas de la maldición y estas entren en ella para causarle amargura, si fue infiel a su esposo y cometió pecado, se le hinchará el vientre y quedará estéril. Así esa mujer caerá bajo maldición en medio de su pueblo. Pero si no cometió pecado, sino que se mantuvo pura, entonces no sufrirá daño alguno y será fértil. »Esta es la ley en cuanto a los celos, cuando se dé el caso de que una mujer, estando bajo la potestad de su esposo, se desvíe del buen camino y se vuelva impura por cometer pecado o cuando al esposo le dé un ataque de celos y sospeche de su esposa. El sacerdote llevará a la mujer a la presencia del SEÑOR y le aplicará esta ley al pie de la letra. El esposo quedará exento de culpa, pero la mujer sufrirá las consecuencias de su pecado».

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