El SEÑOR ordenó a Moisés que dijera a los israelitas: «Cuando entren en la tierra adonde los llevo y coman de lo que ella produce, ofrecerán una contribución al SEÑOR. De la primera horneada, presentarán una torta de harina; la ofrecerán como una contribución de su cosecha. Todos sus descendientes ofrecerán perpetuamente al SEÑOR una contribución de la primera horneada.
»Podría ocurrir que ustedes pecaran involuntariamente, y que no cumplieran con todos los mandamientos que el SEÑOR entregó a Moisés; es decir, con todos los mandamientos que el SEÑOR dio a ustedes por medio de Moisés, desde el día en que los promulgó para todos sus descendientes. Si el pecado de la comunidad pasa inadvertido, esta ofrecerá un ternero como holocausto de aroma grato al SEÑOR, junto con la ofrenda líquida, la ofrenda de cereal y un macho cabrío como sacrificio por el perdón de pecados, tal como está ordenado. El sacerdote pedirá el perdón en favor de toda la comunidad israelita, y serán perdonados porque fue un pecado inadvertido y porque presentaron al SEÑOR una ofrenda puesta al fuego y un sacrificio por el perdón del pecado inadvertido que cometieron. Toda la comunidad israelita será perdonada, junto con los extranjeros, porque todo el pueblo pecó involuntariamente.
»Si es una persona la que peca involuntariamente, deberá presentar, como sacrificio por el perdón, una cabra de un año. El sacerdote pedirá el perdón ante el SEÑOR en favor de la persona que haya pecado involuntariamente. El sacerdote pedirá el perdón y la persona que pecó será perdonada. Una sola ley se aplicará para todo el que peque involuntariamente, tanto para el israelita como para el extranjero residente.
»Pero el que peque deliberadamente, sea nativo o extranjero, ofende al SEÑOR. Tal persona será eliminada de la comunidad y cargará con su culpa por haber despreciado la palabra del SEÑOR y quebrantado su mandamiento».
Un sábado, durante la estadía de los israelitas en el desierto, un hombre fue sorprendido recogiendo leña. Quienes lo sorprendieron lo llevaron ante Moisés, Aarón y ante toda la comunidad. Al principio solo quedó detenido, porque no estaba claro qué se debía hacer con él. Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: «Ese hombre debe morir. Que toda la comunidad lo apedree fuera del campamento». Así que la comunidad lo llevó fuera del campamento y lo apedreó hasta matarlo, tal como el SEÑOR se lo ordenó a Moisés.
El SEÑOR ordenó a Moisés que dijera a los israelitas: «Ustedes y todos sus descendientes deberán confeccionarse flecos y coserlos en los bordes de sus vestidos con hilo de color azul. Estos flecos les ayudarán a recordar que deben cumplir con todos los mandamientos del SEÑOR, y que no deben prostituirse ni dejarse llevar por los impulsos de su corazón ni por los deseos de sus ojos. Tendrán presentes todos mis mandamientos y los pondrán por obra. Así serán para su Dios un pueblo consagrado. Yo soy el SEÑOR su Dios, que los sacó de Egipto para ser su Dios. ¡Yo soy el SEÑOR su Dios!».