Luego Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa, y había allí un grupo numeroso de recaudadores de impuestos y otras personas que estaban comiendo con ellos. Pero los fariseos y los maestros de la Ley que eran de la misma secta reclamaban a los discípulos de Jesús: —¿Por qué comen y beben ustedes con recaudadores de impuestos y pecadores? —No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos —contestó Jesús—. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores para que se arrepientan. Algunos dijeron a Jesús: —Los discípulos de Juan ayunan y oran con frecuencia, lo mismo que los discípulos de los fariseos, pero los tuyos se la pasan comiendo y bebiendo. Jesús replicó: —¿Acaso pueden obligar a los invitados del novio a que ayunen mientras él está con ellos? Llegará el día en que se les quitará el novio; en aquellos días sí ayunarán. Les contó esta parábola: —Nadie quita un retazo de un vestido nuevo para remendar un vestido viejo. De hacerlo así, habrá rasgado el vestido nuevo y el retazo nuevo no hará juego con el vestido viejo. Ni echa nadie vino nuevo en recipientes de cuero viejo. De hacerlo así, el vino nuevo hará reventar el cuero, se derramará el vino y los recipientes se arruinarán. Más bien, el vino nuevo debe echarse en recipientes de cuero nuevo. Y nadie que haya bebido vino añejo quiere el nuevo, porque dice: “El añejo es mejor”.
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