Que ese día se vuelva oscuridad; que Dios en lo alto no lo tome en cuenta; que no brille en él ninguna luz. Que las tinieblas y la densa oscuridad vuelvan a reclamarlo; Que una nube lo cubra con su sombra; que la oscuridad domine su esplendor. Que densas tinieblas caigan sobre esa noche; que no sea contada entre los días del año, ni registrada en ninguno de los meses. Que esa noche permanezca estéril; que no haya en ella gritos de alegría. Que maldigan ese día los que profieren maldiciones, los expertos en provocar a Leviatán. Que se oscurezcan sus estrellas matutinas; que en vano esperen la luz del día y que no vean los primeros rayos de la aurora. Pues no cerró el vientre de mi madre ni evitó que mis ojos vieran tanta miseria. »¿Por qué no perecí al momento de nacer? ¿Por qué no morí cuando salí del vientre? ¿Por qué hubo rodillas que me recibieran y pechos que me amamantaran? Ahora estaría yo descansando en paz; estaría durmiendo tranquilo entre reyes y consejeros de este mundo, que se construyeron monumentos que ahora yacen en ruinas; entre príncipes que poseyeron mucho oro y que llenaron de plata sus mansiones. ¿Por qué no me desecharon como a un abortivo, como a esos niños que jamás vieron la luz?
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