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Jeremías 31:25-34

Jeremías 31:25-34 NVI

Daré de beber a los sedientos y saciaré a los que estén agotados». En ese momento me desperté y abrí los ojos. Había tenido un sueño agradable. «Vienen días —afirma el SEÑOR—, en que sembraré en Israel y en Judá la simiente de hombres y de animales. Y así como he estado vigilándolos para arrancar y derribar, para destruir y demoler, y para traer calamidad, así también habré de vigilarlos para construir y plantar», afirma el SEÑOR. «En aquellos días no volverá a decirse: »“Los padres comieron uvas agrias y a los hijos les duelen los dientes”. Al contrario, al que coma las uvas agrias le dolerán los dientes; es decir, que cada uno morirá por su propia iniquidad. »Vienen días», afirma el SEÑOR, «en que haré un nuevo pacto con Israel y con Judá. No será un pacto como el que hice con sus antepasados el día en que los tomé de la mano y los saqué de Egipto, ya que ellos lo quebrantaron a pesar de que yo era su esposo», afirma el SEÑOR. «Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel», afirma el SEÑOR. «Pondré mi Ley en su mente y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya nadie tendrá que enseñar a su prójimo; tampoco dirá nadie a su hermano: “¡Conoce al SEÑOR!”, porque todos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán», afirma el SEÑOR. «Porque yo perdonaré su iniquidad y nunca más me acordaré de sus pecados».