Moisés hizo todo tal y como el SEÑOR se lo mandó.
Fue así como el santuario se instaló el día primero del mes primero del año segundo. Al instalar el santuario, Moisés puso en su lugar las bases, levantó los tablones, los insertó en los travesaños y levantó los postes. Luego extendió la tienda de campaña sobre el santuario y encima de esta puso el toldo, tal y como el SEÑOR se lo mandó.
A continuación, tomó las tablas del pacto y las puso en el arca; luego ajustó las varas al arca, y sobre ella puso la tapa. Llevó el arca al interior del santuario y colgó la cortina para resguardarla. De este modo, protegió el arca con las tablas del pacto, tal y como el SEÑOR se lo había ordenado.
Moisés puso la mesa en la Tienda de reunión, en el lado norte del santuario, fuera de la cortina, y puso el pan en orden ante el SEÑOR, como el SEÑOR se lo había ordenado.
Colocó luego el candelabro en la Tienda de reunión, frente a la mesa, en el lado sur del santuario, y encendió las lámparas ante el SEÑOR, como el SEÑOR se lo había ordenado.
Puso también el altar de oro en la Tienda de reunión, frente a la cortina, y sobre él quemó incienso aromático, tal y como el SEÑOR se lo había ordenado.
Después de eso colgó la cortina a la entrada del santuario. Moisés puso también el altar de los holocaustos a la entrada del santuario, la Tienda de reunión, y sobre él ofreció holocaustos y ofrendas de grano, tal y como el SEÑOR se lo había ordenado.
Colocó luego el recipiente de bronce entre la Tienda de reunión y el altar, y echó en ella agua para lavarse, y Moisés, Aarón y sus hijos se lavaron allí las manos y los pies. Siempre que entraban en la Tienda de reunión o se acercaban al altar se lavaban, tal y como el SEÑOR se lo había ordenado.
Después levantó Moisés el atrio en torno al santuario y al altar, y colgó la cortina a la entrada del atrio. Así terminó Moisés la obra.
SEÑOR
En ese instante, la nube cubrió la Tienda de reunión y la gloria del SEÑOR llenó el santuario. Moisés no podía entrar en la Tienda de reunión porque la nube se había posado en ella y la gloria del SEÑOR llenaba el santuario.
Cada vez que la nube se levantaba y se apartaba del santuario, los israelitas se ponían en marcha. Si la nube no se levantaba, ellos no se ponían en marcha. Durante todas las marchas de los israelitas, la nube del SEÑOR reposaba sobre el santuario durante el día, pero durante la noche había fuego en la nube a la vista de todo el pueblo de Israel.